Idilio de León Bermúdez (“el gauchito”)


Fortalecidos en su ejemplar mensaje de resistencia y pelea hasta vencer o morir.

Los más entrañables recuerdos del “gauchito” de León resurgen como retacitos de una historia acuñada en la memoria de sus compañeros… entre ellos: también su hermana Sarita, de cuyo testimonial aporte se nutre la presente nota recordatoria:

“en casa éramos muchos hermanos: era una casa muy modesta… Nuestra madre era muy religiosa; pero Idilio la fue cambiando, conversaba mucho con ella… Él se sentaba en un banquito -al lado de la cama de mamá que estaba enferma- y le hablaba mucho, mucho rato. Al final la casa le fue quedando sin santos… sólo le quedó el retrato de Jesús y otro del “gauchito”,  cuenta Sarita. El “gauchito” leía mucho, ya de muy joven. Sólo pudo completar la Primaria; pero la historia le encantaba… entre sus libros: en gran parte viejos libros de páginas amarillentas, casi todos sobre historias de los anarquistas. Bajo su cama -siempre a mano- guardaba una mochila que él llamaba “la disparadora”, a la que echó mano cuando se fue de casa…la cana le andaba pisando los talones y fue a buscarlo a casa justo el día que cumplía 18 años. Él siempre anduvo en la vuelta: en “La Cumparsita”… que era un club social y deportivo que estaba en la zona de La Teja, donde se juntaba con sus compañeros para organizar ciertas cosas… También militó mucho en el Ateneo de La Teja y se integró a la FAU, allá por el ’64. En aquellos tiempos participó en las marchas cañeras  formando parte de la ROE (Resistencia Obrero Estudiantil) y para ganarse unos “mangos” vendía refuerzos a los laburantes, en la puerta de FUNSA… volanteaba y repartía las “Cartas de FAU”, en fin: siempre “trillando”, nunca se cansaba!
Su creciente compromiso -al que nunca rehuía- le costó la cárcel. Yo lo visitaba  cuando estuvo “en cana”, en Punta Carretas (recuerda Sarita)… y se le levantaba el ánimo cuando le llevaba noticias de sus compañeros, de sus actividades”.

(…) “sí, el “gauchito” sale en la “fuga grande” planificada por los “tupas” (en “el abuso”: 6 de setiembre del `71). Pasa un tiempo en la “clande”, en locales de los “tupas” hasta que pierde la paciencia y se va de ahí -por su propia cuenta- para reencontrarse con sus compañeros anarcos y reintegrarse a la actividad militante. Así fue que (nos cuenta Sarita) el “gauchito” participó en operativos de expropiación, en la “operación Molaguero”, en fin: el “gauchito” vivía en permanente estado de alerta…Pero también estuvo directamente vinculado a tareas de apoyatura en relación con las movidas sindicales. Fue a raíz de esa militancia que llegó generar un fuerte lazo con los compañeros panaderos, quienes siempre le guardaron un profundo respeto.
Luego pasarían muchas cosas, dice Sarita: el país estaba militarizado, los tupas prácticamente desmantelados y la FAU-OPR decidió el repliegue táctico a la Argentina: con tal cosa el “gauchito” no estaba ni ahí! Sarita cuenta en sus relatos que ella misma le decía: “gaucho, te van a matar!... ¡replegate gauchito!”… aunque conociéndolo bien, ella sabía que no la iba a escuchar. Por fin -relata Sarita- yo también marché en la redada represiva: fui detenida por el “Pajarito” Silveira… pero eso es otra historia!
Sarita nos aclara y nos confiesa que el “gauchito” era consciente de que sus decisiones iban a ser consideradas como una falta disciplinaria… ya que así se lo habían advertido los compañeros de su grupo orgánico cuando les comunicó que él -además- se iba a hacer cargo de tal y tal cosa (se refería a las acciones en apoyo al conflicto de los panaderos)… que lo iba a hacer, aún cuando no contara con el respaldo de la dirección de su grupo político.
El “gauchito” nunca estuvo de acuerdo con la decisión orgánica de recurrir a un “repliegue táctico” hacia la Argentina: “hay que seguir en la pelea como siempre ha sido nuestro compromiso” (sostuvo hasta el final el “gauchito)… por tanto yo me quedo acá… y si el objetivo del repliegue es para recomponer la organización y plantearnos la lucha en mejores condiciones… así las cosas: hasta entonces yo me comprometo a hacerme cargo de la tarea para sentar bases aquí a los efectos de la reintegración… porque sé que serán muchos los compañeros que habrán de volver!”.

29 de OCTUBRE de 1974

Hace falta ubicarnos en aquella fecha, en aquella situación en condiciones de clandestinidad y prácticamente sin apoyo… las organizaciones desmanteladas y -no obstante- seguir en la pelea, en el desafío, operando mediante expropiaciones en el intento de subsistir y seguir resistiendo…. Hace falta ubicarnos en tal situación. Tal desafío estaba acorde con la dimensión del compromiso que el “gauchito” mantuvo hasta las últimas consecuencias... y por qué no subrayarlo?: también lo fue porque de tanto andar en los barrios con esa gente a la que él pertenecía y a quienes nunca les había fallado… todos ellos le abrieron sus puertas y le dieron cobijo!

(…) pero finalmente ocurrió la contingencia previsible: aquel 29 de Octubre del ’74 sería la fecha de su último operativo... Se trataba del “apriete”  a un camión de la Pepsi-Cola  y tuvo lugar en la zona de la Unión, muy cerca del Hospital Militar y la sede del Ejército contigua. De ahí que muy pronto estuvieron allí los milicos. El “gauchito” les presentó resistencia a los efectos de cubrir la retirada de su compañero participante en el operativo (se trataba de su sobrino). Por fin: “el gauchito”  fue cercado en Estero Bellaco casi la avenida 8 de Octubre. En aquella situación intentó el recurso de lanzarles una granada, pero falló y en el mismo momento cae acribillado a balazos por la milicada

Una vecina de aquel barrio (muchos años después) relataría así lo sucedido: “en ese lugar fue asesinado de León Bermúdez… allí quedó un gran charco de sangre…  a la mañana siguiente, aquel lugar había sido cubierto de flores”. 

oOo

“debe haber tantos recuerdos del “gauchito” como cuadras hay en la barriada de La Teja”… nos decía un compañero de aquella zona que así lo recordaba:

“¿al “gauchito”?… ¡cómo no lo voy a recordar!...Sí, ese sí que era guapo! Era un compañero bien de abajo. Acá en La Teja dejó muchos lindos recuerdos, sobre todo entre la gente humilde que de repente ni milita… Con Idilio conseguíamos “fierros” y otros materiales en los “cantes”, porque allí era donde el “gauchito” tenía su gente: la gente que siempre lo siguió y hoy no lo olvida… Era un hombre de armas tomar que nunca se achicaba: le gustaban los “fierros”  pesados: … “coso en la cintura y dale que es tarde!”. Es bueno que podamos mantenerlo vivo en nuestra memoria, porque el “gauchito” no sólo significa ideas… él era todo un ejemplo de coherencia y un modelo de cómo enfrentar las cosas: … ¿cómo alcanzar sus valores y cosechar su ejemplo?... Eso no está escrito en ningún lado: son cosas que no se aprenden en ningún curso, en ningún libro. El “gaucho” fue un verdadero anarco “sin pluma ni maletín”, señalaba aquel compañero de la barriada de La Teja”.

Sin propósito de remedar las justas apreciaciones que respecto al “gauchito” comparto con aquel compañero de La Teja: … más allá de puntuales y superables diferencias, también respeto a quienes han sido nuestros compañeros en aquellos momentos, en nuestros años de la juventud que elegimos cómo vivirla.

También es muy cierto: gracias al “gauchito” y a compañeros como él,  hoy podemos volver a intentar escribir otro historia!.

(…) tal como así nos lo decía y advertía aquel compañero suyo de aquella barriada de La Teja… en ese camino señalado por el “gauchito”: en esa trocha nos reencontraremos!

Hébert Mejías Collazo

*”franqueza obliga”: el autor de la presente nota deja señalado que -quien la suscribe- había tomado la decisión personal de salir del país aún antes de que la FAU-OPR  decidiera orgánicamente el repliegue al exterior… Valga esta aclaración a los efectos de destacar y resaltar la ejemplar conducta del “gauchito” hasta el instante último de su caída en combate resistiendo a la represión: “nobleza también obliga” a este justo y debido reconocimiento autocrítico… (H.M.C.)

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